Documentar, es
explicar no exhibir
Lalo Plascencia
Falsa es la creencia de que aquellos que están en el momento
adecuado, en el lugar adecuado pueden convertirse en dueños de dicho momento.
Pareciera ser que para estos tiempos que vivimos el tiempo real es más determinante que el tiempo continuo ya no digamos del no tiempo de la Física Cuántica. Sin embargo, para muchos la
presencia física en un evento determinado parece más importante que sus
repercusiones futuras o las razones de origen que lo llevaron a presenciar –o a
estar- en ese lugar determinado en ese tiempo determinado. Es entonces una
devaluación del momento histórico hasta convertirlo en un momento fugaz. En
estos tiempos parece que es más importante estar, que ser. No importa quien
seas, mientras demuestres estancia en un sitio determinado, y por si fuera
poco, se exhiba con detalle esa presencia física, lo demás no cuenta, se
elimina a priori y se convierte en la
muestra inequívoca de que la adulación física es más importante a la razón
espacial.
Desde hace un par de años dedico mi vida a la construcción de
una Metodología de Investigación Gastronómica que pudiera abonar a las
condiciones académicas de la Gastronomía como ciencia reconocida dentro de
espacios universitarios formales.
Como era de esperarse, esa Metodología ha tomado caminos
insospechados que muchos de ellos se convirtieron en una especie de laberintos
académicos. Con la construcción de un modelo de investigación viene entonces el
establecimiento de pasos determinados para que pueda replicarse y que
cualquiera, cuyas capacidades y necesidades les permitieran, pudieran
involucrarse con la labor de investigación.
Como primera necesidad el establecimiento de un Método, como
segunda, la democratización de esa aproximación académica.
Sin embargo, la ciencia no es infalible. En la construcción
de dicho modelo, en su impartición en distintos sitios de México y en las
conversaciones interminables con amigos y colegas, el modelo tuvo éxito, pero
faltaba mucho.
Tras sendas equivocaciones al coadyuvar en la construcción de
festivales gastronómicos, ayudar a colegas a internarse en el mundo de la
investigación, asesorar restauranteros o chefs que buscaban cierto crédito en
su cocina, nunca consideré que la investigación como Método es finalmente una
herramienta que puede ser utilizada a favor o en contra del usuario y sobre de
quienes se aplica. Como inocente manera de querer transformar el mundo, o como
un arma de destrucción masiva cuyo único propósito podría ser servir a fines
megalomaniacos de colegas, proveedores o próximos a la gastronomía.
Mea culpa. No me
eximo de la responsabilidad de haber fortalecido a muchas personas con las
herramientas para poder profundizar en el conocimiento de una región, de un
estado o por constituirse como figuras mediáticas que hoy toman vuelo. Sin
embargo, nunca fue mi intención que se convirtieran en seres cuyos fines, una
vez alcanzados, olvidarían la razón fundamental de la investigación, que es la
de la transformación del medio en el que se habita, y olvidaran sobre todo a
las personas que les dieron dicho cocimiento o que les ayudaron a obtenerlo.
El título de este texto es motivo de reflexión, y en
realidad, forma parte de la Metodología de Investigación que desde hace casi
tres años imparto en diversas universidades o como parte de cursos detallados o
condensados en ciudades de México. Es, en realidad, el principio de la
Metodología. La Documentación está dividida en dos: en la documentación de
campo y en la bibliográfica. Teniendo en cuenta que cada una tiene un peso
específico del 50 % del total de la importancia de este paso en la
investigación. El contacto con un grupo en campo y el contacto con los libros o
documentos preescritos que puedan dar contexto al investigador son de
fundamental importancia para hacer un trabajo de investigación adecuado.
De ahí se desprenden otros dos pasos, que por el momento no
son motivo de este texto, pero que permiten la conclusión efectiva de la
investigación emprendida. Método cuya aplicación matizada permite la obtención
y difusión de conocimientos reflexionados y procesados por el investigador o
simplemente condensados y difundidos como resultado de la documentación.
Hasta aquí suena sencillo. Sin embargo,
haciendo uso de una vieja frase acuñada al calor de los errores y éxitos de la
humanidad: el conocimiento es poder. Y tremendo conocimiento se obtiene de la
realización efectiva de una Documentación de campo y bibliográfica detallada.
No estoy hablando de conocimiento sobre la información genética de una planta,
o sobre nuevas formas de energía bioresponsable, sino simplemente del
conocimiento de una receta, del proceso de un ingrediente, o de una región
gastronómica que antes había sido poco explorada. En comparación, el tomar
fotografías a una tortilla dentro de un comal parece inofensivo para quienes
descubrieron el bolsón de Higgs en Suiza, pero para aquellos involucrados en la
gastronomía pareciera ser una revelación sobre el origen de la humanidad.
Esos errores me llevaron a determinar que
en realidad el Método de Investigación Gastronómica no puede ni debe estarse
impartiendo ni realizando sin antes tener consideraciones humanas o éticas
mucho más fuertes que lleven a quien lo ostenta, imparte o aplica a reflexionar
constantemente sobre su las razones por las que realiza dicha investigación o
sobre las necesidades personales que lo llevan a tomar un camino u otro. Es
verdad que el conocimiento en sí mismo es inocuo, es decir, no tiene ningún
valor de bondad o maldad, sin embargo, aquellos que lo ostenta y, sobre todo,
aquellos que lo difunden o usan sí podrían tener estos condicionamientos que
los alejaría de un uso responsable de dicho saber.
Por tal motivo decidí establecer como
punto de partida para toda acción de investigación los Valores Universales de la Investigación Gastronómica, que en
realidad podrían ser un llamado de atención para recuperar ciertas
condicionantes que nos llevarían hacia una mejor autopercepción individual y
por lo tanto colectiva.
Dichos valores son sencillos. Pero en su
sencillez radica la complejidad para su comprensión y aplicación. Por ende, el
investigador gastronómico que guste de esta metodología deberá comprender,
aceptar, reflexionar y hacer suyos dichos valores con la única necesidad de ser
mejor como personas. Con la necesidad a
priori de entenderse como parte de un proceso de conocimiento y no como un
fin; como miembros de una cadena de la información y no como los que ostentan
una verdad sin fallo. Deberán entenderse como transmisores de un saber que
sirve para transformar y no para engañar.
Entenderán entonces que la documentación
de un conocimiento sirve para explicar un fenómeno de la gastronomía, para
contribuir a su explicación, para reforzar preconcepciones, para desenmascarar
mitos, para desenmarañar ciertas complicaciones que la hacen lejana de la
comprensión mayoritaria, para abonar al desarrollo de la ciencia misma y para
hacer que la o las personas que están detrás de dicho conocimiento sean
reconocidas no como objetos de museo sino como humanos con necesidades y complejidades
propias de su humanidad.
Es así que la documentación basada y
concebida desde la ETICA, HUMANISMO Y
RESPONSABILIDAD es en realidad una herramienta de transformación, de
explicación, de difusión y no de engrandecimiento del individuo que comenzó ese
proceso.
En esos tres valores radica entonces el
movimiento de aquel que documenta un conocimiento. Y sobre todo de aquel cuya
necesidad es la de comerciar con ese conocimiento.
En realidad, no es incorrecto o imposible
hacer de dichos conocimientos un negocio rentable, sustentable e incluso hasta
promotor de valores. Debiera ser hasta recomendable el que los conocimientos en
gastronomía pudieran tomar forma empresarial para así cumplir con el valor de
transformación que este Modelo pregona.
Sin embargo, es indeseable y hasta
condenatorio que alguien que promueve una documentación y la convierte en
negocio se valga de sistemas de engaño reprobables hasta para las misma formas
del actuar en los negocios para conseguir un objetivo comercial rentable a corto,
mediano o largo plazo.
Es reprobable entonces y además digno de
ser señalado aquello que se aleje de estos valores y que además se valgan
supuestamente de ellos para satisfacer fines poco claros o irreflexivos.
Después de todo, la Documentación no es otra
cosa que el internarse a una realidad ajena para entonces decodificarla y
regresarla como un código distinto al original. Esa es la labor del
investigador y esa es la labor que promuevo desde la Metodología de
Investigación Gastronómica.
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